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Redacción Primeras líneas
En una jornada que quedará registrada en los libros de historia religiosa y diplomática, el rey Carlos III de Inglaterra rezó este jueves junto con el Papa en la Capilla Sixtina, en un gesto de reconciliación sin precedentes desde el cisma anglicano de hace cinco siglos. El acto, cargado de simbolismo, constituye un paso significativo en el diálogo entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Católica, separadas desde tiempos de Enrique VIII.


Carlos III, quien ostenta el título de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra, participó en la ceremonia acompañado por la reina Camila. Ambos fueron recibidos en el Vaticano con honores especiales y se ubicaron frente al altar de la Capilla Sixtina, bajo la imponente mirada de los frescos de Miguel Ángel y Botticelli, que enmarcaron un momento de profundo valor espiritual y político.
El Papa presidió la oración junto al arzobispo de York, Stephen Cottrell, representante de la Iglesia anglicana en este encuentro. La presencia de Cottrell fue particularmente relevante debido a que la nueva cabeza de la Iglesia de Inglaterra, la arzobispa de Canterbury Sarah Mullally, asumirá su cargo recién en enero de 2026 y no participó de esta visita oficial.
Durante la ceremonia, el Rey y la Reina se sentaron a la izquierda del altar, mientras el Papa y Cottrell ocuparon el centro del espacio sagrado. Carlos III vistió un traje azul oscuro, mientras que Camila lució un ve
Previo a la oración, el monarca británico y el pontífice mantuvieron una reunión privada de aproximadamente 45 minutos en la Biblioteca Apostólica. En ese encuentro, Carlos III obsequió al Papa una gran fotografía enmarcada en plata y un ícono de San Eduardo el Confesor, una figura emblemática en la tradición inglesa. En reciprocidad, el Papa le entregó una versión en miniatura del mosaico de Cristo Pantocrátor, procedente de la Catedral Normanda de Cefalú, en Sicilia, elaborado en los talleres artísticos del Vaticano.
Como parte de la visita oficial, el Rey y la Reina participarán este viernes en una ceremonia ecuménica en la Basílica de San Pablo Extramuros, en Roma. Durante ese acto, Carlos III será nombrado "cofrade real", un título honorífico especialmente creado para él. En la basílica se ha dispuesto un asiento permanente con su nombre, que podrá ser utilizado por sus sucesores en futuras visitas, consolidando así un símbolo de continuidad y diálogo interreligioso.
vestido negro con velo, siguiendo el protocolo vaticano.
Este encuentro marca un punto de inflexión en las relaciones entre la monarquía británica y la Santa Sede. Desde la ruptura provocada por Enrique VIII en 1534, cuando Inglaterra se separó de Roma para fundar su propia iglesia nacional, nunca antes un monarca británico había rezado junto al Papa en una ceremonia oficial.
El gesto de Carlos III refuerza su perfil como un líder comprometido con el entendimiento interconfesional. Desde su coronación, el Rey ha expresado su deseo de ejercer su papel como "defensor de la fe" en un sentido más inclusivo, promoviendo la convivencia entre distintas religiones. Su encuentro con el Papa simboliza ese espíritu de apertura y reconciliación que busca proyectar hacia el mundo.
Así, bajo la cúpula de la Capilla Sixtina, el eco de una oración compartida resonó como un mensaje de unidad tras siglos de separación: un diálogo renovado entre dos tradiciones que, aunque distintas, comparten una herencia espiritual común.

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