Por qué debemos bañarnos menos a medida que envejecemos, según una dermatóloga

A medida que envejecemos, el cuerpo atraviesa una serie de transformaciones que también afectan a la piel. Una de las más importantes es la disminución en la producción de sebo, la grasa natural que actúa como barrera protectora contra virus, bacterias y factores ambientales. Por eso, los hábitos de higiene que resultaban adecuados en la juventud pueden volverse contraproducentes en la tercera edad.

La dermatóloga Sylvie Meaume, jefa del Departamento de Geriatría, Heridas y Cicatrización del Hospital Rothschild de París, advierte que una higiene excesiva puede perjudicar a las personas mayores, resecando la piel y debilitando su sistema natural de defensa. "Con el tiempo, la piel se seca y ya no es capaz de producir tanto sebo como antes", explicó la especialista, quien recomienda moderar la frecuencia de las duchas y reducir el uso de productos químicos agresivos.

 
Según Meaume, ducharse solo con agua no representa un problema si se hace a diario, pero el uso de jabón debe limitarse a una o dos veces por semana en adultos mayores de 65 años. El exceso de productos de limpieza puede eliminar la capa lipídica de la piel, favoreciendo la aparición de arrugas, resequedad y lesiones cutáneas.

Además, se recomienda evitar el agua muy caliente y limitar la duración del baño a no más de cinco minutos, una práctica que también ayuda a preservar los recursos naturales, según destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 
En resumen, adoptar hábitos de higiene más suaves y espaciados no solo protege la salud de la piel en la vejez, sino que también promueve un envejecimiento más saludable y respetuoso con el medio ambiente.