Descubren en Chubut un fósil de dinosaurio carnívoro que habría sido uno de los últimos en extinguirse

INFORMACIÓN GENERAL 24/09/2025Redacción Primeras líneasRedacción Primeras líneas
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Un equipo de científicos del CONICET descubrió una especie de dinosaurio megarraptórido, un grupo de terópodos carnívoros que se caracterizaban, entre otros aspectos, por poseer grandes garras en su mano.

El nuevo ejemplar, denominado Joaquinraptor casali, fue hallado en la Formación Lago Colhué Huapi, un área que durante el Cretácico Superior se ubicaba en el centro-sur de la provincia del Chubut, donde hoy se emplazan las ciudades de Comodoro Rivadavia y Sarmiento. El trabajo fue publicado por la revista científica Nature Communications.

El trabajo fue encabezado por Lucio Ibiricu, investigador del Cenpat/Conicet, en el Instituto Patagónico de Geología y Paleontología, quien reconstruyó los fósiles. El experto —en una conferencia de prensa de la que participó PERFIL— dijo que “el Joaquinraptor habría medido un poco más de 7 metros, pesado aproximadamente una tonelada y al momento de morir habría tenido, al menos, 19 años”.

Y, con entusiasmo, contó que “esperaba cierta repercusión, pero no tanto”. El nombre Joaquinraptor es en homenaje al hijo del primer autor del trabajo (Joaquín), y casali en reconocimiento a Gabriel Casal, director del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados Dr. Rubén Martínez.

Seguramente, este dinosaurio carnívoro era uno de los predadores tope del ecosistema presente en la formación y representa uno de los miembros del grupo más jóvenes, ya que habría muerto relativamente cerca de la extinción de los dinosaurios, que sucedió aproximadamente 66 millones de años atrás, sugirió el experto. Los fósiles de este animal, calculan, deben tener entre 67 y 70 millones de años. Y los expertos contaron que encontraron varios huesos de diferentes partes del cuerpo, lo que da un buen pantallazo de cómo era toda la morfología de este animal.

Historia de un hallazgo


Los huesos de este nuevo dinosaurio terópodo fueron vistos por primera vez en el año 2019, y posteriormente, en distintas campañas, se completó la extracción de su esqueleto, el cual estaba parcialmente articulado. “Lo encontramos en un lugar raro, ya que no parecía ser un lugar indicado para encontrar restos fósiles”.

El ejemplar fue identificado como uno de los más completos entre los megarraptóridos en términos de representación de su esqueleto, y se calcula que fue uno de los últimos sobrevivientes de este grupo de dinosaurios carnívoros.

El Joaquinraptor representa el registro geológicamente más joven del grupo Megaraptoridae. Esto apoya la hipótesis de que estos depredadores sobrevivieron hasta el final de la era Mesozoica hace aproximadamente 66 millones de años, cuando un asteroide impactó la Tierra y causó la extinción de todos los dinosaurios, excepto sus descendientes vivos, las aves.

El Joaquínraptor, al igual que el resto de los megarraptóridos, era carnívoro. Los crocodiliformes eran vertebrados terrestres que compartieron el ambiente con Joaquinraptor. Y, justamente, la presencia de un húmero (único hueso de otro vertebrado en esta excavación) entre las mandíbulas del dino, sugiere que este “cocodrilo” podría haber sido una de las fuentes de alimento de esta especie,

El estudio en detalle de su anatomía permitió incrementar considerablemente el conocimiento de los Megaraptoridae como así también sus relaciones filogenéticas y distintos aspectos de la paleoecología de estos dinosaurios carnívoros: “El hecho de haber encontrado un brazo articulado como en este caso es muy importante porque agrega mucha información a la osteología de este grupo para poder compararlo con otros miembros”.

“Al grupo ya lo conocíamos, aunque alguno de los nuevos materiales recuperados, por ejemplo el maxilar, ahora se puede comparar por primera vez con otros miembros del grupo. Por lo tanto, este hallazgo es importante porque agrega mucha información para conocer la osteología y, en algún punto también, la historia evolutiva de los Megarraptóridos”, finaliza el especialista del CONICET.

El trabajo también fue realizado por los investigadores Bruno Álvarez y Marcelo Luna, del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados Dr. Rubén Martínez de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB); Ignacio Cerda, de la Universidad Nacional de Río Negro y Julieta Caglianone y Noelia Cardozo del Instituto Multidisciplinario para la Investigación y el Desarrollo Productivo y Social de la Cuenca del Golfo San Jorge (IIDEPyS-GSJ-CONICET) y Matthew C. Lamanna del Carnegie Museum of Natural History.

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